Ejercer la docencia hoy es una contradicción vital. Cuando las propias expectativas profesionales del docente son altas, al igual que el nivel de su compromiso, todos sus esfuerzos pedagógicos compiten entre sí unos con otros, limitándolo, exigiéndole más tiempo y más recursos de los que dispone de hecho. He aquí algunos esfuerzos pedagógicos implicados en la labor docente: 1) planificación de cada clase, 2) preparación e implementación de esas clases, 3) evaluación y retroalimentación de la planificación original para re-adecuar el curso de la planificación siguiente, 4) seguimiento de los procesos de aprendizaje mediante estrategias de evaluación diversas (logrando coherencia entre diagnóstico-formación-resultados, en tiempo real), 5) seguimiento de estados de ánimo individual y atención a la intervención de factores exógenos que actúan sobre los sujetos de aprendizaje, 6) dominio de diversos climas de aula en tiempo real, 7) coordinación y colaboración profesional, 8) desarrollo profesional continuo, 9) vinculación con las familias y el medio; entre otros. Multiplíquense los esfuerzos anteriores, al menos, por los siguientes factores: a) n° de horas pedagógicas semanales, b) n° de niveles, c) n° de cursos, d) n° de estudiantes, e) n° de clases, f) n° de evaluaciones, y g) n° de entrevistas.
La precarización laboral de la profesión docente no solo es una injusticia histórica, los hechos muestran que fue un error gravísimo, por sus consecuencias sistémicas e históricas, que tiene a los docentes – hoy día- sumidos en la irracionalidad, en el silencio y en la alienación. ¿Cuáles son las condiciones mínimas que pueden ayudar a superar esta injusticia?
Al menos dos criterios generales se pueden plantear desde la perspectiva descrita: 1) Que las condiciones laborales de la docencia garanticen la realización de todos los esfuerzos pedagógicos sin competencia entre sí y sin costo adicional de tiempo y recursos para el docente, respecto de los tiempos y recursos adicionales que invierte – en promedio- el resto de las profesiones. Y 2) Que las condiciones de promoción laboral de la docencia garanticen el efecto contrario a la precarización, es decir, que las condiciones laborales de la docencia mejoren gradualmente, en los mismos términos ya planteados, en función de la efectividad y coherencia de la práctica pedagógica.
¿Son estos los ejes estructurantes de la actual carrera docente?